En
la redacción los ánimos no andan tan bien que digamos. La derrota ante Francia,
tiene de capa caída a los colegas y a mis amigos, nadie se atreve a vaticinar
que pasará este viernes entre la H y su par de Ecuador, dos equipos dirigidos
por dos entrenadores colombianos conocidos en casa que ahora son rivales del
fútbol.
No quiero
vaticinar, me dice uno de ellos, lo único que puedo decir es que el juego será
a matar, sostiene, tras aseverar que Honduras se juega todo, se juega la vida y
el proceso de preparación de los últimos cuatro años.
Ya nadie me habla
ni del murciélago ni de cualquier otra figura que pueda imaginarme para saber
cómo se podrá mover el balón este viernes. Solo Nelson Lanza se atreve a
hacerme unas chibolitas (pequeños
círculos) en un papel para explicarme cómo se plantea un partido: que si la
defensa, que si la media punta, que si la delantera, que si los volantes, en
fin, tantas figuras que me recuerdan el libro del Arte de la Guerra, del famoso estratega chino Sun Tzu.
Solo que esas
chibolas que me hizo Nelson, eran tan dispersas, que me terminaron enchibolando
más y arrancando las carcajadas del resto de mis compañeros, al ver mi cara de
asombro y preocupación. Era la hora de almuerzo y ¡había que blofear!
Siento que la
Redacción tiene sus defensas mermadas, casi como la H que tiene a muchos de sus
jugadores agrietados. Mis colegas y mis amigos coinciden en que Honduras ya no
puede darse el lujo de estar en un mundial como si fuera un país primerizo.
Ellos quieren más, demandan más de los jugadores.
Mi
generación—dice Cristian Nájera, un joven periodista televisivo—quiere saber
qué se siente gritar un gol. Queremos verlo y queremos celebrarlo. Queremos un
gol de nuestro tiempo y no tanto celebrar goles pasados. Queremos celebrar un
gol de Honduras en un mundial, un gol cercano a nosotros, a mi generación y a
la de muchos otros que no nacimos en el 82. Se refiere al año en que la H fue
por primera vez a un mundial de fútbol.
Y en ese mundial
histórico por los únicos dos goles que metió la selección hondureña de fútbol,
salen a relucir los nombres de Héctor “Pecho de Águila” Zelaya y Tony Laing,
los goleadores de ese momento. Alrededor de esa gesta vienen los recuerdos,
pero los jóvenes como Cristian quieren tener también sus propios héroes.
Ulises Aguirre,
que si es de la generación de antes del 82, no duda en indicar que la H no se
puede venir de Brasil sin meter un gol. Viene a mi mente entonces una expresión
similar que me hizo el periodista, Jorge Sierra, de Proceso Digital.
Ante el triunfo
de Costa Rica a Uruguay—ex campeón mundial de fútbol—Jorge me dijo: mire
licenciada, mientras Costa Rica gana rotundamente a Uruguay, nosotros solo le
pedimos a la selección un gol, un gol, me recalcó.
Y si recuerdo la explicación de que el gol es la
máxima expresión del amor en el fútbol, entiendo la nostalgia que atañe a todos
los aficionados de la H, a los que vivieron el mundial del 82 y a los que
después de ello, esperan en este mundial, hacer explotar el canto contenido que
se siente al ver un balón adentro de una meta. Creo que voy bien, ¿verdad?
En este
sorpresivo mundial donde los favoritos como España se van humillados y los que
hicieron un buen papel como Australia, también se tienen que ir, tiene lógica
aquello de que el fútbol “tiene sus tardes”, a veces las cosas se dan y otras
no tanto.
En esta tarea que
me han dado de escribir de lo que no sé, también he llevado mis sorpresas: en
mi grupo de Aleros en el chat, resulta que la colega Ana Elsy Mendoza, ahora es
gran futbolera, sufre, grita, regaña los árbitros y tiene sus ídolos en la H.
Sí que se hizo futbolera sufrida .
Pero las
sorpresas no paran ahí. Orfa Mejía, otra gran periodista que me consta es
futbolera a morir, ahora resulta que además de tener raíces olanchana y
hondureña, descubrió que seguramente entre sus antepasados más de alguno fue
francés. Julio Raudales no lo duda y anuncia una exhaustiva investigación
etnográfica al respecto. Ese trabajo también llegará a Chile, porque también se
siente chilena. Jejeje.
Ese chat de
Aleros sí que es divertido, ellos así viven y disfrutan el fútbol, hacen
quinielas y también hacen trampas. En vez de una opción de gane, envían dos, y
a mí me confunde más eso. ¡Qué injusticia! Como diría el ex presidente Lobo.
Y de otro lado,
mi amigo y colega Will García me pone a leer a Jorge Valdano, Mario Vargas
Llosa y Enrique Krauze, entre otros, para que entienda el por qué el fútbol es
tan popular. Ni les digo de German Reyes que me recuerda cada historia de la H desde
antes que yo naciera, Jajaja
Esta aventura periodística
sí que es interesante, pues en el Facebook también recibo consejos, al grado que
me recomendaron té de valeriana por aquello de los nervios, la tensión y el dolor,
en tono con la moda esa de “Hecho en casa”.
¡Voy a encender el fogón! ¡¿Alguien gritó gooool?
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