Óscar
Boniek, es un volante de la selección nacional de fútbol, y su historia es el
fiel reflejo del retrato de país en que nos movemos, los enormes desafíos por
vencer y las utopías que construimos, aunque se nos caigan los sueños.
Supe de él por un reportaje que publicó este fin de semana “Aquí y ahora” de la cadena Univisión.
Es un luchador en todo el sentido de la palabra, fiel a sus raíces garífunas y
a las limitaciones que afrontan a diario los hondureños. Conocer su historia me
ratifica aquello que dicen los expertos acerca del fútbol: es un deporte
democrático que se juega en cualquier parte y no conoce de elites.
Boniek le tocó duro desde que era un mozalbete, su padre les
abandonó, su madre trabajó el doble, su hermana murió de cáncer de mama y él
tuvo que abandonar el trabajo que tenía para atender a su hermana que había entrado
a la fase terminal de la enfermedad. Debía también ayudar a sus hermanos
pequeños. Tenía que apoyar a su madre.
La historia de Boniek presumo es la de la mayoría de los
jugadores que conforman la H: orígenes humildes, pasión por el fútbol, ansias
de crecer, entrega en lo que hacen, pero reflejo del 0,632 que representa el
Índice de Desarrollo Humano (IDH) con que se mide a Honduras, al quedar en la
posición 111 en la escala de medición mundial, es decir, en un no muy
confortable lugar.
El IDH mide las siguientes variables: vida larga y
saludable, conocimientos y nivel de vida digno. No creo que la H en su
conjunto, y una enorme mayoría de hondureños, llene estas variables.
No es casual entonces que la H destaque entre las más pobres
de las 32 selecciones que juegan en el mundial de fútbol de Brasil. Pero está
ahí, construyendo sueños en medio de los grandes.
El fútbol, aparte de técnica y profesionalismo, es también
inspiración. La historia de Boniek calca con esa inspiración que la mayoría de
los aficionados espera que tenga la H en su encuentro este miércoles con Suiza.
El milagro del gol, 32 años después, se produjo. Ahora quieren un triunfo y un
retorno digno.
“Un gane permitirá que no nos sigan viendo como un equipo mediocre,
y si bien hemos perdido dos partidos jugando, esperamos un triunfo, aunque no
clasifiquemos”, me dice German Henry del Cid, que el día del partido que
perdimos frente a Ecuador, parecía “murciélago” arrinconado en una silla frente
al televisor, viendo el partido con Renato Álvarez. Eran un manojo de nervios
esos hombres.
Ni en las noticias los he visto tan nerviosos como en el
fútbol. De veras que esta vaina mueve pasiones. Hoy hacen sus cábalas queriendo
forzar los sueños, pero son claros que el fútbol es de tardes. Hasta del clima
hablan y de las bebidas energizantes para revitalizar a los jugadores.
No dejan de tener razón. El partido de este miércoles se
jugará en la ciudad de Manaus, fundada por los portugueses en 1669 como la
Fortaleza Sâo José do Río, en el centro de
la selva tropical más grande del mundo, como es la amazona.
En lengua indígena, Manaus o
Manaos significa “Madre de los dioses y el amazonas”, se le conoce también como
“La ciudad de los bosques” y constituye el principal centro financiero,
corporativo y económico de la región norte de Brasil.
En la época de la conquista su
prosperidad por la fiebre del caucho, allá por 1889, le valió para que la
denominaran como la París de los Trópicos.
Será entonces, en medio de esta exuberante belleza tropical, en donde la H
buscará que el tiempo juegue a su favor, al igual que la suerte.
Mis colegas y amigos dicen que
la H deberá jugar más suelta, pero cuidando que no la goleen. Reconocen que una
debilidad de la H es que no tiene armadores de jugadas, es decir, estrategas
claves, pero que aún así pueden hacer la hombrada.
Habrá que esperar pues como
sonríe la suerte, pero sin olvidar que la historia de Óscar Boniek se apega a
lo nuestro, a lo que tenemos y a lo que habrá que mejorar en futuras
competencias. La inspiración es buena, pero como en el periodismo, la técnica,
la ética y la práctica, hacen que la profesión sea mejor. El fútbol no creo que
sea distinto.
El mundial de Brasil está por
entrar a otra fase de muerte súbita en donde seguro habrá más sorpresas. La H
deberá sacar sus lecciones de esta competencia para mejorar y seguir dando
esperanzas a una población que aunque migre y sufra, por esas extrañas cosas de
la vida, tiene en el fútbol y en la H su referente más claro de identidad
nacional.
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