miércoles, 27 de abril de 2011

¡Sólo fueron dos!

Las Fuerzas Armadas de Honduras, luego de la inexplicable pérdida de un avión de uno de los hangares de la Fuerza Aérea Hondureña, al estilo de la desaparecida serie televisiva “Los Magníficos”, nuevamente se llevan las palmas al refutar un cable de Wikileaks que advierte de la pérdida de armamento militar otorgado al Estado de Honduras por Washington y que fuera a dar a manos de los carteles de la droga de México y Colombia. El hecho sucedió hace un par de años y si bien no involucra a la actual administración, es hasta ahora que trascienden las dimensiones de lo actuado. Se afirma que eran armas ligeras antitanque.

Indignados por lo que denominan “una campaña de desprestigio” procedente del crimen organizado y de los responsables de Wikileaks—que en este caso consignan un cable del embajador Hugo Llorens—los militares no se cansan en repetir que “internacionalmente se sabe y se ha discutido cuál es el verdadero origen de esas armas”, pero esa discusión en Honduras nunca fue abierta y ha sido gracias a las filtraciones que trasciende el suceso.

Si internacionalmente “se sabe y se ha discutido cuál es el verdadero origen de esas armas”, ¿en qué miente Wikileaks, según las Fuerzas Armadas? No hay como mucha lógica en la reacción castrense por medio de su Secretario de la Defensa, el señor Marlon Pascua., quien remata afirmando que los responsables de esos hechos ya han sido castigados, pero se desconoce que tipo de penas purgan por el delito. ¿Fue un caso de justicia militar o de justicia civil, cuál fuero se aplicó? Son interrogantes en el tintero que deben ser abordadas por la prensa y respondidas por sus autoridades.

Lo genial de la comparecencia castrense es que según los hombres de uniforme, solo fueron “dos fusiles” los extraviados. Imagino que uno de ellos apareció en el Cartel de Juárez en México y el otro en manos de alguno de las mafias del narcotráfico que opera en la isla de San Andrés, en Colombia, como citan las filtraciones, que apuntan a “varios armamentos”. Y como “solo fueron dos”, los hondureños podemos dormir tranquilos porque los narcotraficantes no “pasarán” la fortaleza y blindaje que nos brinda el ejército.

Según el Secretario de la Defensa, el señor Pascua, los informes de Wikileaks son algo “no oficial y de origen dudoso, en la cual se acredita acciones que no son correspondientes a las acciones que se dan en las Fuerzas Armadas de Honduras”.

Pero lo que no es falso ni dudoso es la penetración del narcotráfico en Honduras, al grado que hace casi un año, un avión en custodia militar, fue sustraído de una de sus instalaciones y de acuerdo a las versiones militares, se sobornó con más de medio millón de dólares a los responsables de su custodia y si bien hay un par de soldados procesados, se desconocen quiénes fueron los autores intelectuales dentro de las Fuerzas Armadas que dieron la orden para que “volara” la nave.

Todo indica que la aeronave despegó sin piloto, que por arte de magia se perdieron las cámaras de seguridad existentes y que e caso, como todo en Honduras, colorín, colorado, este cuento ha acabado.

Más allá de la cantidad de armamento perdido y que obligó al reclamo de Estados Unidos a Honduras por la desviación ilegal de esas armas ligeras, en algo tiene razón el titular de la Defensa en Honduras, al afirmar que la guerra contra el narcotráfico se pone caliente en el país, pero ello no justifica que intenten “victimizarse” cuando están en la obligación constitucional de dar respuestas coherentes, contundentes y creíbles.

Informes publicados por la revista mexicana Proceso revelan que Centroamérica, ante la guerra contra los narcotraficantes que libra México, se prepara para una “avasallante” violencia por la fuerte presencia de los carteles de Sinaloa, Los Zetas, La Familia Michoacana y Del Golfo en la región, donde ni Costa Rica se salva.

Bajo este contexto, “uno o dos fusiles” del inventario militar hondureño que hayan ido a parar a manos de los carteles mexicanos y colombianos no puede disminuirse bajo la premisa de una “campaña de desprestigio”, porque desde el momento que existe un robo y una fuga, existe un presunto ladrón, como el que se robó la avioneta y no se sabe.

No dudo que el crimen organizado quiera empañar las instituciones de seguridad del Estado, unas más debilitadas que otras, pero querer tapar el sol con un dedo no es estratégico para una institución que presume goza de una inteligencia y contrainteligencia militar. Pero como en Honduras todo es negociable, creo que es más saludable hablar de las supuestas aspiraciones políticas de Salvador Nasralla, que de la presencia de la droga en Honduras. ¿Será?