La reciente
elección del Fiscal General y su Adjunto, marcada por hechos que avergüenzan e
indignan a quienes aún tienen pudor y ética en este país, plantea un problema
de fondo: ¿Qué tanto nos pertenece Honduras a los hondureños? ¿Tenemos País,
aún?
Cuando dieron el
golpe técnico institucional al poder Judicial con el desmembramiento de la Sala
Constitucional, el País ya daba evidencias que se iba de las manos. Lo ocurrido
con la elección del Fiscal General y su Adjunto plantea la duda si ese hecho
fue o no la consumación legal de una Nación que todo indica cada vez nos pertenece
menos.
Es obvio que esos
cargos son políticos, que así se eligen aquí y en otros países. Lo cuestionable
es la forma en que se dio, lo burdo del proceso, la impunidad de sus acciones y
el deseo de imponer “como sea” los caprichos de quienes nos gobiernan.
Esa elección fue
una cátedra de la pérdida de “caché” en el manejo del cabildeo y la incidencia
política, la torpeza sustituyó a la inteligencia y si los rumores del tilín tilín son ciertos, éste ahora
desplazó los liderazgos fuertes para dar paso a aquellos construidos a base de dinero.
Liderazgos que se quiebran por las deslealtades.
Si así fuera,
¿todo se puede comprar en Honduras? ¿Todo es falso en este país? No lo creo,
pero lo cierto es que la forma en que se eligió el Fiscal General y su Adjunto
no fue para construir ni fortalecer institucionalidad, sino para destruirla. Es
la apariencia.
Tremendo reto el de
los ungidos por el poder para llegar a esos puestos, no solo deben devolver la
credibilidad al Ministerio Público, sino que también cerciorarse de que serán
funcionarios públicos creíbles y legítimos, es decir, desvanecer la sombra de
la forma espuria con que fueron construidos sus nombramientos.
Legitimidad que
también debe confrontar a lo interno el partido en el poder, El Nacional.
Cuando un hombre de partido-partido como es el abogado Ivis Discua, tuvo la
valentía de denunciar en las audiencias públicas lo que se venía con el proceso
amañado, no es el criterio de un abogado cualquiera que se molestó por no ser
electo. Es más que eso y quienes quieran disminuir cada frase expresada por
Discua, no aprendieron entonces a leer Honduras ni a los propios nacionalistas.
En el Partido
Liberal, los diputados que desoyeron el llamado sensato de un candidato
presidencial que ha mostrado tener posiciones firmes en este tema y el del
narcotráfico, solo evidenciaron que no querían dejar escapar la “oportunidad de
su vida”, como bien graficó el parlamentario Marco Antonio Andino.
Muchas calles seguramente
serán pavimentadas en la construcción de estas alianzas parlamentarias con el poder.
Estos diputados
liberales que votaron por este proceso son, en su mayoría, de zonas con señales
alarmantes según el Observatorio de la Violencia. Interesante lectura para
quienes gustan analizar y estudiar a Honduras. Todo a veces, puede ser,
casualidad.
El primer lugar—que
ahora es Fiscal Adjunto—y el Fiscal General—que nunca estuvo en el primer lugar—dicen
que reman en medio de una tormenta, su sapiencia quizá los logre llevar a aguas tranquilas,
pero lo cierto es que siguiendo la línea partidaria del nacionalismo, los delincuentes
en Honduras ahora tiemblan porque ¡tenemos fiscales!.¡Sí señor!
De momento, ambos
han salido en una ofensiva oficial mediática interesante y seguro darán un par de
golpes mediáticos antes de las elecciones, por aquello del compromiso con Honduras.
Sus golpes que muchos avizoran como “sorprendentes”, quizá nos indiquen, de la mano
de los ungidos, si ¿aún tenemos País? Es cuestión de tiempo. La duda debe seguir
a la prensa.
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