Entraron como
turistas y salieron como turistas. Llegaron a una de las zonas en donde la
institucionalidad no funciona, en los llamados territorios calientes de la
inseguridad en el occidente de Honduras.
Se anunciaron por
Youtube y pagaron una irrisoria cantidad de impuestos hasta que la denuncia
salió en la prensa local y televisiva. Se trata del grupo mexicano de narcocorridos “K-Paz de la Sierra”. Todo
indica que hubo protección policial por aquello de la seguridad de los
asistentes al concierto en el estadio municipal del alucinante municipio de El
Paraíso, Copán.
Ése en donde se
asegura existe un helipuerto y una réplica del capitolio de Washington. Ése en
donde la comunidad ha prosperado, según sus autoridades, gracias al empuje en
la producción lechera. Ése en donde en las elecciones internas y primarias de
noviembre pasado lo votos habrían sido “cantados” para mayor solemnidad al
fervor cívico electoral.
Desde hace un
tiempo, el municipio de El Paraíso, Copán, se ha convertido en el sitio es
donde se esconden grandes historias para la prensa, un lugar del que se saben
cosas a medias, pero como él, existen otras zonas calientes en donde los
“barones de la oscuridad” han hecho su hacienda de reposo, según un reciente
informe del UNODOC de Naciones Unidas que cita varias alcaldías hondureñas al
control de estos “señores”.
K-Paz de la
Sierra como otros tantos grupos de
música norteña populachera, no es la primera vez que ingresa a Honduras.
En tierra adentro, los lugareños reciben con frecuencia ese tipo de bandas, y
en ciertas aldeas, dicen que hasta circulan carros con placas mexicanas de
Sinaloa. Es el poder de la impunidad.
La llegada de
este grupo hubiese pasado desapercibida sino es por la publicación del diario
El Heraldo y luego una nota informativa de Telenoticias, Canal 5. Ambas, en el
fondo, evidenciaron que la institucionalidad ahí no funciona, los responsables
de dar la cara, se callaron, y los que quisieron hablar, lo hicieron
tímidamente, mientras otros pidieron el anonimato.
Los reportes
periodísticos dicen que los niños estuvieron en primera fila para degustar el
espectáculo de K-Paz de la Sierra. ¿Y la salud mental, quién se las protegió?
Me surge la inquietud por eso de que ahora nuestras autoridades están tan
preocupadas por la infancia y la adolescencia que seguro habrán enviado de
inmediato una nota de reclamo al alcalde de El Paraíso, Copán, cuyo nombre se
me escapa en este instante.
¿Quién dijo
miedo? Ahí el Estado parece que no funciona, ni siquiera lo intenta. Son las
tierras de los duendes y las brujas que extienden sus anécdotas a otras partes
de Honduras, rurales y urbanas, donde los poderes paralelos buscan legitimarse para convertirse
en elites.
Mientras, en el
escenario político de la capital, nadie se refiere al tema del concierto
mexicano y toda la impunidad que encierra. Nadie habla y ahora será peor, ante
la nueva disposición de la autoridad de referirse al público solo por
comunicados. ¿Habrá alguno sobre este caso? ¿Y la salud mental de la niñez y la
adolescencia? ¡No entiendo! ¡Ah, claro, viene una ley!
Aquí la tenacidad
de algunos es controlar el derecho a la palabra, armar distractores con la seguridad
al grado tal que hoy ni el ministro de la Defensa sabe a quién obedece, si al Comandante
en Jefe que recae en la titularidad de la Presidencia de la República o al nuevo
Comisionado Nacional de Defensa y Seguridad que parece absorberá su cargo sin que
se entere. Es Honduras.
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