“En las últimas 72 horas no se registra una muerte violenta,
los operativos están funcionando, hemos bajado la delincuencia en un 49.3 por
ciento en un mes gracias al operativo Libertad en las ciudades de Tegucigalpa y
San Pedro Sula”, aseveró el titular de la Defensa en recientes declaraciones
que sorprendieron a la prensa.
Tanto, que hasta un comentario editorial se produjo al
respecto alabando la acción, ignorando que justo cuando el titular de la
Defensa daba ese anuncio, un taxista había sido asesinado violentamente en
Tegucigalpa, mientras un hecho similar ocurría en San Pedro Sula. El promedio
de muertes diarias no ha disminuido tanto como quieren vender las autoridades.
De enero a marzo de este año, un promedio mensual de 577
muertes violentas se han registrado en Honduras según cifras del observatorio
de la violencia. En tanto, otras instituciones que hacen un registro también a
la tasa de homicidios, reportan 600 muertes violentas en el mes de abril. ¿Qué
es lo que ha disminuido entonces?
Todo apunta a que viviremos en los próximos meses una
especie de juego de cifras y datos para “maquillar” que obligará a la prensa y
a los periodistas a ser más rigurosos cada vez que escriban o informen sobre el
tema de la inseguridad y la violencia. Para ello, la prensa debe aprender a
dudar de las fuentes, contrastar los datos y cultivar mejor las fuentes para
obtener los datos. Es la vieja técnica del periodismo que no siempre se aplica
en el diarismo hondureño.
Con la llegada de un nuevo ministro a la Secretaría de Seguridad
que también asume funciones de Defensa, la técnica del silencio informativo se
ha implantado, todo se informa vía comunicados que pronto entran al vagón de lo
desechable. Las autoridades de Seguridad temen enfrentarse al atropello de
preguntas a la prensa, aunque controlen la mayoría de ellas.
Si la tendencia oficial es a “maquillar” cifras y datos, el gran
desafío se presenta no solo para la prensa que hurga donde no gusta, sino que
también para quienes ahora dirigen el Observatorio de la Violencia de la UNAH
que ha venido haciendo un trabajo impecable que no debe decaer, por más
presiones que existan, pues son y deberán seguir siendo la luz de lo creíble y
lo posible en el túnel de la obscuridad y la inseguridad en que nos han metido
en los últimos tres años.
El nuevo titular de la Secretaría de Seguridad recientemente
dijo en un programa televisivo que la tendencia a la baja de los homicidios
llevará a cerrar con una tasa de 77 por 100 mil, pero expertos a quienes he
consultado por más fórmulas que aplican para dar con ese dato del ministro
Arturo Corrales, las cifras no cuadran. Y si la cifra de homicidios mensual en
tres meses ha sido de 577 muertes y en abril fue de 600 muertes violentas, la
tasa de homicidios no puede llegar a 77 por cien mil personas a fines de 2013,
aseveran.
Eso dicen los expertos nacionales e internacionales que he
consultado, pero yo les respondo: ¡No conocen al ministro, es un mago! Y parece
que la magia empieza a surtir efecto. Los comunicados, además de escuetos, son
aburridos. En la Dirección Nacional de Tránsito hasta el reporte del
congestionamiento vial ha sido prohibido por orden del ministro de Seguridad, y
en Danlí los periodistas fueron expulsados de una cobertura sobre la policía
comunitaria por instrucciones del “alto mando” de la Seguridad. Ante tantos
atropellos, ¿qué dice la prensa, qué dicen los gremios, qué dicen los
organismos defensores de la libertad de expresión? Están mudos y atónitos como
el resto de la sociedad, sin capacidad de responder con efectividad porque no
se ha cerrado un bache cuando otro se abre.
Si “suavizando” las cifras, las autoridades creen que
ayudarán a frenar el despelote en las políticas de Seguridad y el fracaso de
una administración para intentar retener el poder en las elecciones de
noviembre próximo, que daño le harían a este país, a las víctimas de la
violencia y a la democracia. Que daño le harían también a la clase política, al
partido en el poder y a su candidato presidencial.
Hemos sido convocados formalmente a elecciones y el tema de
la inseguridad y la violencia será toral, pero no se ayuda ni a los políticos
ni a los partidos jugando con las cifras. Honduras no se merece una mentira tan
brutal y más temprano que tarde las “mentiras frescas” caen. Si la prensa hace
un ejercicio responsable de su profesión sorteará estas falsedades, pero si se
acomoda al juego será arrastrada en una ola de consecuencias imprevisibles que
solo afectarán por lo que tanto luchamos: por el derecho a la palabra y a la
verdad.
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