El 7 de febrero
de 2013, el gobierno del presidente Lobo Sosa decidió cruzar la línea en su
relación con la prensa, los medios de comunicación y los periodistas. El
gobernante junto a su ministro de Seguridad lanzaron amenazas ya no veladas,
sino directas por la cobertura informativa del fracaso de su gestión al frente
de los destinos de Honduras.
Dos personas
parecen ser los “enemigos incómodos” del gobierno del Partido Nacional. Una de
ellas, el dueño de los diarios El Heraldo y La Prensa, Jorge Canahuati Larach.
El otro, el periodista y director del
noticiero TN5 estelar y el programa Frente a Frente, Renato Álvarez de la
Corporación Televicentro.
La gota que
derramó el vaso fue la difusión de un video que muestra cómo se asesina en Honduras,
donde un par de individuos en movimientos perfectamente triangulados y
sincronizados bajan de dos vehículos y proceden a matar a sangre fría a dos
jóvenes hermanos, hieren a un primo, mientras otros dos muchachos huyen
despavoridos para no ser alcanzados por el potente armamento que utilizan.
El hecho ocurrió
en noviembre del año pasado, pero nunca fue reportado a la Fiscalía, aunque la
policía asegura que “investiga”. ¿Qué incomodó a la autoridad hondureña: la
impunidad con que operan estos grupos? ¿Su complicidad al ocultar el hecho?
¿Quizá que se descubra quiénes limpian en Honduras? ¿O acaso el impacto en los
menores cuando desayunaban y vieron el video en Frente a Frente a las siete de
la mañana o la portada del diario al echarle un vistazo a las cinco de la
mañana? Yo creía que a las siete de la mañana los niños ya estaban en clases o
que a las cinco de la madrugada los pobres a regañadientes se quieren levantar
para ir a la escuela, pero seguro, en estos cambios democratizadores del país
me he perdido de algo.
En la costa
norte, el 7 de febrero de 2013—cuatro días después de rendir honores junto a su
gabinete a la Virgen de Suyapa—el presidente Lobo Sosa arengaba no solo contra
el dueño de los diarios La Prensa y El Heraldo, también enviaba mensaje al
resto de medios de comunicación y decía “no me van a doblegar” “no tengo por
qué sentarme con ellos” y otras frases más que evidenciaban un malestar
gubernamental con la prensa en general. Se equivocan quienes creen que la
amenaza es solo para “un lado”, pues los movimientos lunares siempre son
variables y terminan convirtiéndose en luna llena que abarcará a todos, grandes
y chicos.
Ese mismo día,
sincronizados también, el hombre responsable de la seguridad de los más de ocho
millones de hondureños y que tiene a su cargo 15 mil policías, en su mayoría
corruptos según el diagnóstico de especialistas chilenos, colombianos de la OEA
y demás, enviaba un mensaje intimidante a Jorge Canahuati y Renato Álvarez.
“Quiero
de manera muy firme y categórica; hacer un llamado de atención a que si hay una
conspiración pública en contra del Gobierno del Presidente Lobo, solicito a
quienes están implicados en ello; que por favor dejen a un lado el tema de la
seguridad, ya que en el tema de seguridad están de por medio vidas humanas”,
dijo el ministro Pompeyo Bonilla, al leer un comunicado y estar flanqueado por
su portavoz y el jefe de la Policía Nacional de Honduras, Juan Carlos “El
Tigre” Bonilla.
Luego—prosigue—“Voy a referirme a dos personas concretamente: Don
Jorge Canahuati de Diario El Heraldo, que en un completo irrespeto a los deudos
de estos jóvenes; ha publicado este video tanto en su página web como en la
portada de su periódico; con el fin de causar daño a la imagen del país que es
de todos nosotros, estamos investigando de qué forma salieron estos videos de
la instancia que los tenían en proceso. No entiendo la razones que tiene don
Renato Álvarez para hacer lo mismo, pero además, tratar de seguir manteniendo
vivo el problema de la Corte Suprema de Justicia; que tanto daño causó al
momento de que iban a cancelar por siempre; las pruebas de confianza de la
institución policial y lógicamente de todos los operadores de justicia,
obteniendo como resultados que entre los días 15 de noviembre y el 24 de
diciembre 250 vidas se perdieron más en relación al año 2011”.
Y remata: “Por esa causa los delincuentes vieron una oportunidad de impunidad, a
estos señores les exijo como hondureño bien nacido, que nos dejen trabajar,
déjennos trabajar y dejen de traficar con la sangre y el dolor de las madres de
nuestros compatriotas, que Dios es justo y ve las intenciones de nuestros
corazones, muy buenas tardes”.
Así, a ojo de buen entendedor, el ministro de la Seguridad
de Honduras dijo a Canahuati y al
periodista Álvarez que el Gobierno ni el Estado de Honduras les garantizaban
ahora la vida, que vean cómo se las arreglan, porque en Honduras, “el Estado
soy yo”.
Al igual que el mandatario Lobo Sosa, Pompeyo Bonilla, cruzó
también la línea, el jefe de la policía le acompañó.
Si algo les ocurre a estas dos personas, a su familia o los
periodistas y empleados que laboran en estos medios de comunicación, no será difícil
intuir quién fue. El banderillazo fue dado desde las mismas estructuras del poder.
Confiemos en Dios para que nada suceda.
El presidente Lobo y el
ministro Pompeyo Bonilla ya no pueden retractarse, ni dar marcha atrás. Como bien
aseguran, tienen derecho a expresarse, pero deben ser conscientes que sus expresiones
no son la de un ciudadano común, sino la de una autoridad y eso ya hace la diferencia en términos
de libertad de expresión. Así lo señala la doctrina. Frente a la autoridad, la ciudadanía
está indefensa.
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