En el último mes el departamento de Olancho ha acaparado la atención de la
opinión pública. Primero por un suceso que no fue y ahora por los crímenes de
jóvenes por presuntos ajustes de cuentas. El corresponsal de TN5 estelar, Óscar
Valdés, dijo que en una semana 20 habían sido los asesinatos en esa zona, donde
la vida de las personas, aunque suene irrisorio, entró a competir también con
la vida del bosque.
Con 24,350.9 kilómetros cuadrados, Olancho
es el departamento más grande de Honduras, con muchas entradas y salidas
que lo vuelven apetecible para quienes han entrado a la lucha del control
territorial de plazas al servicio de los grupos paralelos de poder ligados al
narcotráfico y el crimen organizado.
No es casual que de un tiempo acá, en la Internet uno encuentre anuncios
donde ponen en venta negocios y casas en Juticalpa o en Catacamas ó se anuncie
la construcción de lujosas zonas residenciales a precios más o menos accesibles
al movimiento económico de esa zona.
Mientras buscaba alguna información de Olancho para esta columna y me topé
con gente anunciando la venta de sus casas, vino a mi mente una imagen que me
ha marcado mucho: un anuncio de “alquiler
gratis” de una vivienda en la colonia
Planeta de San Pedro Sula, un sitio controlado por las maras o pandillas, de acuerdo a las autoridades.
¿Qué ha pasado en Olancho? ¿Está, esa zona despoblada del país a punto de
ofrecer alquileres gratis? ¿Podrá la autoridad recuperar ese territorio?
He consultado expertos en violencia y criminalidad para tratar de entender
qué pasa en ese bello departamento, cuyo nombre en lengua indígena significa “en la tierra de hule”, pero que hoy día
se desangra como muchas partes del resto del país.
Los especialistas señalan que nos encontramos frente al fenómeno de
disputas de “plazas territoriales” por parte de los carteles del crimen, se
dice que el cartel del atlántico que opera con fuerza en la región del Bajo
Aguán quiere controlar el departamento y se están dando luchas con carteles
locales o nuevos que intentan desplazar a los viejos.
Esas disputas territoriales obedecen al trasiego y venta de droga, de armas
y otras ramificaciones que conforman el espectro del crimen organizado. Los
oriundos de por ahí, afirman que zonas como Juticalpa, Catacamas, San Francisco
de la Paz y San Esteban, son de las plazas más disputadas.
Relatan las conexiones de esas zonas con el atlántico y Caribe hondureño,
con el oriente y con la zona central del país. Muchos corredores, poca
vigilancia y mucha impunidad vuelven atractivo el departamento de Olancho, que
a fines de la década de los noventa sorprendió a Honduras al lanzar una
propuesta de paz y contra la violencia.
Fue la Iglesia Católica y el Programa de Cultura de Paz de la Universidad
para la Paz de las Naciones Unidas, que junto a fuerzas humanitarias locales y
del resto del país, impulsaron el rescate de esa zona en un afán por vencer el
estigma de una región violenta por vendettas entre familias.
Olancho en la historia de Honduras tiene mucho que contar y aportar. La
masacre de Santa Clara y Los Horcones fue un ejemplo brutal de ruralidad feudal
en contra de derechos agrarios, el partido Demócrata Cristiano tiene ahí
fuertes raíces y también víctimas.
Es un departamento muy particular. El hablar de su gente no es igual al
resto de los hondureños, hay un silbidito en la “s” genial, pero son muy
cálidos, sinceros y hospitalarios. Tierra de destacados intelectuales, Olancho
vive un estigma de violencia no por vendettas familiares, ahora parece que es
por narcotráfico.
A fines de la década del noventa, cuando se lanzó ahí un proyecto de
enterrar armas de guerra en señal de renuncia a cualquier forma de violencia,
los caciques políticos del pueblo no estaban a gusto. Recuerdo que intentaron
boicotear el acto, pero militares, policías, activistas humanitarios, jueces,
maestros, alumnos y universitarios se impusieron y no tuvieron más que sumarse
a la marcha cuando vieron la multitud de personas acuerpando la causa. Monseñor
Mauro Muldoon fue clave en ese proceso, al igual que el padre Alberto Gaucci.
Viví muy de cerca esa experiencia, por eso me duele cuando me entero que la
violencia del narco se quiere imponer en Olancho. Dos presidentes han salido de
ese departamento, pero parece que ninguno entiende lo que ahí pasa o no lo quiere
entender para no resolver. Por su cultura, soy consciente que no es fácil, en
especial ahora para el presidente Lobo, obligado a tomar el control de su zona
natal para demostrarnos que también puede recuperar otros territorios perdidos
del país.
Honduras, según los expertos, ha entrado en la estrategia narco de disputas
y control de franjas territoriales, y en zonas como Olancho y otras regiones
del occidente y centro del país, el derecho a la palabra, se encuentra bajo
fuego. Veremos por donde inician los cambios.
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