Para descargar un
poco el pesado clima de atrincheramiento político que empieza a asomar en el
país, me referiré a hechos relevantes que refrescan el alma y abren las
esperanzas, como el reconocimiento que hiciera la Universidad Nacional Autónoma
de Honduras (UNAH) a uno de los hombres más íntegros, comprometido y solidario
con mi país: el doctor Jorge Haddad Quiñónez.
Le conocí cuando
estaba al frente de la Comisión de Transición de la UNAH, cuando nadie creía en
el proceso de reforma universitaria que le tocó impulsar junto a otros
destacados personajes del país. Hoy la UNAH, tiene otra cara y muchos héroes
anónimos que acompañan los cambios dejados por esa Comisión, profundizado por
las actuales autoridades al mando de Julieta Castellanos y los miembros de la
Junta de Dirección.
De una sabiduría
envidiable, sencillo en el trato y con un sentido del humor como pocos, el
doctor Haddad es un destacado médico que solo adentrándose en el mundo de la
Medicina, uno descubre sus aportes, su compromiso con la ciencia, la academia y
por ende con la humanidad.
Es un hombre de
la talla y generación del doctor Ramón Custodio, Enrique Aguilar Paz, Alba
Alonso de Quesada, el extinto doctor Hernán Corrales Padilla, entre otros.
Gente de principios, aunque sus visiones no siempre concordaran. Ellos se han
manejado con un código del Respeto que ya casi no existe en este país.
Pero ante todo,
gente honesta, en un país donde la honestidad lucha por no desvanecerse en
medio de la vanidad, la picardía, la adulación y la riqueza fácil sin esfuerzo
alguno. El doctor Haddad no es un hombre pícaro, es un ser tan humilde que por
sus principios en contra de la corrupción fue enjuiciado por denunciar
irregularidades detectadas en la UNAH.
Recuerdo como si
fuera ayer ese juicio oral y público en su contra. Poca gente con él—porque cuando
de defender principios se trata, los aduladores se esfuman--, pero el doctor
Haddad salió bien librado porque no mintió.
Si yo hubiera
conocido a mis abuelos, tengo la sensación que pudieron parecerse a él. Tiene
algo que encanta, quizá su inocencia e ingenuidad cuando le sorprende un
mensaje de celular diciéndole: “te sientes solo, envía msj a xxx”. El día que
le cayó ese mensaje, parecía niño asustado en medio de una escena fuera de
dominio: ¿me puede explicar alguien que es esto que acabo de recibir, qué hago?,
preguntó inquieto, al tiempo que todos reíamos, mientras le explicábamos que
ignorara esos mensajes que llegan a diario y a todo mundo.
Su rostro empezó
a desdibujar la preocupación que tenía y reía como niño. ¡Es un gran ser
humano! Trabajador incansable, en la época de la reforma, los correos
personales se inundaban de informes, consultas, convocatorias a reuniones de
trabajo, en fin, un pensador incansable. Pero también le encanta compartir su
gusto por la música, la literatura y las reflexiones de vida.
Su compromiso con
la UNAH y con Honduras, no es de ahora. Fue parte de los reformadores cuando la
toma del cuartel San Francisco en 1956 por el proceso político de la época y la
defensa porque Honduras tuviera y se abriera a la democracia. El doctor Haddad
también apoyó las brigadas médicas en la guerra de 1969 con El Salvador y su
trayectoria de vida y compromiso con Honduras es intachable e invaluable.
En la Comisión de
Transición dio un ejemplo de tolerancia, aguantó insultos, irrespetos al
tirarle partidarios del sindicato universitarios bolsas de agua, fue
secuestrado por las turbas sindicales de ese entonces…aguantó de todo, demasiado
para alguien que solo regala sabiduría, humildad infinita y sed de conocimiento
para compartir. Me alegra que la UNAH le haya honrado como se merece. Mi abrazo
y cariño permanente para el doctor Haddad, un ejemplo para todos.
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