Al cierre del
año, la prensa hondureña resalta lo que considera sus “Personajes del Año”, generalmente
centrado en el ámbito de lo político. Así es común ver que casi todos, por una
u otra razón, designan al presidente electo, Juan Orlando Hernández, con esta
distinción, pero hoy quiero recrear con mis lectores mis propios personajes.
Como primer personaje del
año, destaco a la ciudadana estadounidense Kathryn
Marie Tschiegg, de la Fundación CAMO, que apoya a las comunidades más
desvalidas del occidente de Honduras y que al ser premiada por el Congreso
Nacional no se anduvo por las ramas para decirle a los diputados que le
encantaría que por una hora, llegaran con sus familiares a un hospital público
del occidente para ver cómo nacen los niños envueltos en papel periódico, cómo
se mueren por no tener medicina, cómo trafica la corrupción con la vida y lo
fácil que resulta morir en Honduras.
Recuerdo ese discurso como si fuera ayer,
incomodó tanto a la clase política parlamentaria que seguro se molestaron por
haberla homenajeado, pero ella siguió dando clases de nobleza y de dignidad,
porque los pobres merecen dignidad, los hondureños merecemos dignidad. No sé si
eso lo entiende nuestra clase política y económica, pero ella lo dijo y
reivindicó así al pueblo de Honduras.
Mi segundo personaje del año, es el
pueblo de Talanga que en las recientes elecciones dijo NO a un alcalde
autoritario, de una cuestionada trayectoria, que en su intento por retener el
poder censuró a los medios de comunicación locales, impidió el derecho a la
libertad de expresión a sus opositores políticos y tuvo, según cuentan los
lugareños de por allí, “secuestrado” al pueblo con sus conductas poco democráticas.
Pero en los comicios de noviembre pasado,
el pueblo rechazó esas prácticas, y en el espejismo de los regalos o compra de
conciencias que otorga el poder, aceptó las canonjías, engañó a su gobernante y
venció el miedo en las urnas al votar contra de la reelección; prefirió la
libertad de expresión y el derecho a disentir, a un gobierno local que se creyó
omnipresente y omnipotente. Talanga es
para mí, otro de mis personajes del año.
La prensa hondureña y los periodistas son
también personajes del año. ¿Por qué? Porque al margen de la diversidad de
criterios, siguen haciendo periodismo en un país tan inseguro donde más de 33
periodistas han sido asesinados en estos cuatro años, las muertes siguen
impunes y aún así no dudaron en su amplia mayoría en librar junto a sus medios
de comunicación una recia batalla a favor de la libertad de expresión ante el
intento de censura que quiso imponer el actual gobierno.
Y ahora en la irreverencia que sigue a un
periodista, declaro como personajes del año al narcotráfico y a la presunta
banda criminal de “Los Cachiros”, declarada así por Estados Unidos en un
boletín oficial y con un mensaje tan claro para Honduras y sus autoridades, que
aquí no ha pasado nada.
Nadie habla de ellos, la reciente
operación Neptuno en donde se le incautaron propiedades y se siguió el rastro
de cuentas bancarias, parece que terminará en una “falsa percepción” y habrá
que devolverles lo incautado y hacer un monumento a su honorabilidad. La
filtración fue tal, según los fiscales, que de pronto el Estado se verá obligado
a pedirles perdón, quizá por eso la paciencia, la prudencia y la sapiencia de
nuestras autoridades y el gobierno. ¡Sabia administración e institucionalidad
la que tenemos!
Y si de narcotráfico hablamos, aquí se
incautaron armas con cacha de oro, ropa blindada, mansiones lujosas y otras
tantas vainas que ya perdí la cuenta, porque el crimen de Alfredo Landaverde y
del fiscal Orlan Chávez sigue impune. Como dice la canción, ¿quién fue, quién
fue? Todo el mundo sabe, pero yo no sé…
Sin duda los barones del crimen
organizado son un personaje del año.
Finalmente, mi otro personaje del año, es
el presidente Lobo Sosa porque su partido en el poder le impidió despedirse con
dignidad de su gestión, al aprobar el más severo paquete económico de los
últimos tiempos en donde los chicharrones, el mondongo, los menudos de pollo,
las tortillas de harina y de maíz, los frijoles, el pollo, la carne, las
patitas de cerdo y otros productos de la canasta básica familiar fueron gravados
con un 15 por ciento de impuesto, de un plumazo por los congresistas
oficialistas de nuestro parlamento gourmet.
Obviamente estos personajes no son los
que salen tradicionalmente en los diarios ni en las revistas del corazón, no
son “los elegidos”, pero son los retazos de una historia de país que quiero
compartir. ¡Que inicie el 2014!
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