Las elecciones
internas y primarias recién concluidas dejan enormes lecturas para el país,
además de las percepciones de fiasco que nos ha dado el Tribunal Supremo
Electoral, incapaz de admitir sus errores, apiñados en el mal entendido “espíritu
de cuerpo” que les impide detectar incluso la modalidad impuesta del “voto
cantado” a cargo de los barones de la droga que controlan significativas
regiones del país.
“Voto por el diputado X”, cantaba la gente al
momento de ejercer el sufragio, mientras una persona, en una esquina de la mesa
electoral, golpeaba con la cacha de su arma la mesa para dar fe que todo iba
perfecto. En otras, un día antes del proceso, les secuestraban la identidad a
los votantes, los iban a traer para darles las instrucciones de rigor y hasta
el día 20 les devolvieron su tarjeta de cedulación.
En otras zonas,
los primeros reportes indicaban 72 sufragios contra cero. Nadie en ese
municipio votó por un candidato opositor, es decir, ni los mismos precandidatos
votaron por sí mismos. Solo uno era el “rey del pueblo”.
¿Inconsistencias
o normalidad? Sepa usted cuál será la respuesta del Tribunal Electoral, lo
cierto es que estas historias rurales, de tierra adentro, de gente atemorizada
o de observadores o custodios que privilegiaron su vida antes que la denuncia,
fueron tan reales que parecen cuentos de fábula. Hubo municipios incluso en
donde algunas corrientes o partidos optaron por no presentar fórmula a
determinados cargos de elección popular para no entrar en pugna con los barones
de la droga.
Mis fuentes me
contaban sorprendidas, otras alarmadas, yo les decía eso es de Hollywood, pero
viendo un programa televisivo donde unos jóvenes relataban sus experiencias
como observadores nacionales, atreviéndose tímidamente a insinuar algunos de
estos relatos, entendí que Hollywood llegó para quedarse en este país nuestro.
Sus relatos son
como los que uno escucha en aquellos países con problemas de drogas, donde
comunidades enteras se quedan sin voz. Recordé entonces unas denuncias
publicadas en diario El Heraldo, en su versión digital, al indicar que había
municipios en donde los representantes del Tribunal Electoral no pudieron
ingresar a capacitar por ser zonas calientes del narco.
También vino a mi
memoria, la inquietud que hace un par de años me expresó un agente policial,
acerca de cómo liberar a un pueblo cooptado por el narco.
En distinto
momento y tiempo, la magistrada presidenta del Tribunal Superior de Cuentas,
Daysi de Anchecta, denunció que existían sitios en el occidente del país en
donde sus auditores no podían llegar a auditar municipalidades porque
inmediatamente gente extraña merodeaba el sitio de hospedaje, los seguía y en más de alguna vez fueron intimidados con
armas y tuvieron que recurrir a la autoridad policial o militar para sacarlos
con vida.
Hace unos cuatro
meses, un corresponsal del interior tuvo que acudir a la autoridad para salir
de un municipio donde cubría una entrega de bonos y al detectar politización y
denunciar el hecho, inmediatamente fue rodeado por “gente extraña, en el pueblo
me dijeron: cuídate, son matones. Acudí al jefe policial para que me sacara
porque nos venían siguiendo”, me contó tembloroso y preocupado el joven corresponsal.
Pero volviendo a
las elecciones internas y primarias, esa modalidad del “voto cantado” sin duda
nos indica que estamos entrando a otro tipo de escenario electoral, tanto así
que es probable que encontremos en los comicios generales de 2013, regiones con más carga electoral que las
tradicionales.
Habrá que esperar
los datos finales del Tribunal Electoral para comenzar una lectura más detenida
de lo que arrojan los municipios, cruzar información y advertir así tendencias
de cómo la captura del Estado es más firme en unas regiones que en otras. Esa
información deberá servir a los aspirantes a la Presidencia de la República
para evitar sorpresas.
De momento, el
espectáculo no concluye pero la tendencia es a cerrar las cifras datos como lo anticipó Ingeniería Gerencial,
que según el presidente Lobo Sosa, “nunca se equivoca”. La institucionalidad
ante todo.
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