Pepe—responde—porque así me conoce la gente y presidente solo seré por un par de años.
Sencillo, sin mucho protocolo, y mostrando a la periodista
de CNN, Claudia Palacios, su vivero de crisantemos que cultiva en la vivienda
donde ha residido por décadas, el presidente de Uruguay, José Mujica, no deja
de impresionarme. Es a mi juicio, uno de los mejores referentes de la izquierda
responsable latinoamericana. De esos,
que con escasísimas excepciones, conozco en Honduras.
Su concepto de la vida, del valor de la democracia y de la
responsabilidad del cargo que ostenta, hace que uno crea y añore la ética en la
política. Qué lejos están muchos de nuestros políticos de alcanzar o parecerse
a José “Pepe” Mujica.
En la entrevista con la periodista Palacios, ésta le dijo
más o menos así: ¿Usted es considerado un mediador nato en la América Latina,
fue un preso político?
Bueno—agrega—estuve preso porque no tuve tiempo de correr ¡y
me agarró la policía! Y fue lo mejor que
me pudo haber pasado. Cuando uno decide tomar las armas, debe estar consciente
de los caminos que coge y de sus consecuencias. La cárcel fue lo mejor que me
pudo haber pasado, habían cosas peores.
Se refiere a que pudo haber muerto o desaparecido. Mujica no
niega que fue guerrillero, que conoció la frialdad de las celdas y las torturas
de la época. No lo esconde, pero tampoco se ufana. Cuando menciona esa fase de
su vida lo hace con una madurez tal que lo vuelve un ser tan sencillo con ideales
tan comunes a los nuestros. El 80 por ciento de su sueldo lo dona, vive con
poco, porque recuerda que en la cárcel “no tenía nada” y “me acostumbré a tener
y a vivir con lo necesario”. Sin embargo, no pide que lo imiten, porque se
considera un idealista y hay gente “que gana mucho, pero no le ajusta”. Así es
la vida, comenta.
Lo necesario, para Mujica, es un pequeño tractor que monta
todos los días para cultivar la tierra, porque antes que Presidente, es un
pequeño agricultor, sostiene.
Cuando tomó posesión como gobernante de Uruguay, Mujica
pronunció un discurso magistral, toda una pieza oratoria de la política
latinoamericana. Entre otras cosas, dijo que
el título de gobernante “electo”, no quería que desapareciera de su vida
de un día para otro. “Tiene la virtud de recordarme a cada rato que soy
presidente sólo por la voluntad de los electores”.
"Electo”, dijo, “me advierte que no me distraiga y
recuerde que estoy mandatado para la tarea. No en vano, el otro sobrenombre de
los presidentes es "mandatario. Y para mí, gobernar empieza por crear las
condiciones políticas para gobernar”.
Esas condiciones, señaló, pasan
por sentar en el Uruguay, un sistema de partidos tan sabio y potente, que es
capaz de “generar túneles herméticos que atraviesan las distintas presidencias
de los distintos partidos, y que por allí, por esos túneles, corren intocadas
las grandes líneas estratégicas de los grandes asuntos”. No importa, considera,
que esos partidos sean de izquierda o de derecha. Él piensa en un País.
Habla de la importancia de la
Educación con una pasión que contagia. Es consciente que un pueblo educado, es
un pueblo con anhelos mayores. Cree que los Presidentes, todas las mañanas,
deben tener un pizarrón en donde escriban 100 veces “debo ocuparme de la educación”.
Admira la iniciativa del
socialismo del Siglo XXI que promueve el presidente venezolano, Hugo Chávez,
pero “no lo imitaría”, afirma con contundencia, al indicar que no le gusta la
burocracia ni el estatismo. Por eso su gobierno de izquierda, es distinto a los
neopopulismos que viven algunos países latinoamericanos.
Quise compartir con ustedes mi
impresión sobre José “Pepe” Mujica porque en medio de tanto escándalo de
corrupción en este país, de violencia por doquier, de impunidad legislativa y
de intolerancia gubernamental porque se evidencia lo malo de su gestión, quiero
pensar que otra Honduras es posible.
Que podemos y tenemos derecho a
soñar con un País como el que está impulsando en Uruguay, Pepe Mujica. Soñar
que los partidos políticos y la clase política por UNA VEZ van a pensar en
Honduras. Que el actual gobierno va a dejar de dar tumbos y nos va a devolver
la paz, la seguridad y la educación. No quiero un país “seguro con rejas” para
quienes trabajan y pagan sus impuestos, pero,
irónicamente, “libre” para quienes delinquen, estafan, extorsionan, asesinan,
roban y trafican con nuestras vidas y nuestros sueños. ¡Ya basta!.
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