El 7 de febrero
de 2013, el gobierno del presidente Lobo Sosa decidió cruzar la línea en su
relación con la prensa, los medios de comunicación y los periodistas. El
gobernante junto a su ministro de Seguridad lanzaron amenazas ya no veladas,
sino directas por la cobertura informativa del fracaso de su gestión al frente
de los destinos de Honduras.