domingo, 1 de julio de 2012

Correctas, pero incómodas


Si usted viviera en la Rivera Hernández, una de las zonas más calientes de San Pedro Sula, tuviera familia, le tocara pagar el impuesto de guerra para que lo dejen vivir y poder enviar sus hijos a la escuela, y se encontrara un día al Presidente de la República ¿qué le diría?, preguntó sin rodeos un estudiante al gobernante hondureño Porfirio Lobo, durante un encuentro entre los jóvenes centroamericanos y de República Dominicana con los gobernantes de la región y sus representantes, en el marco de la trigésimo novena cumbre de presidentes y jefes de gobierno de la región.

La pregunta, correcta, pero incómoda, descolocó por un momento al presidente Lobo Sosa que evadió el meollo del asunto para contextualizar el problema y justificar sus magros resultados en materia de seguridad ciudadana.


Dijo que la tarea no es fácil, que existen muchos enredos y que se “ha volado” varias cúpulas policiales, que está satisfecho con los primeros resultados de “el tigrillo” (quien por cierto ya no quiere que lo llamen así) y que había que tener paciencia. La inseguridad, sostuvo, está tocando a todos los países de América Central, a unos con más acento que a otros.

Pero no solo el presidente Lobo pasó aprietos. Los gobernantes ahí presentes de Costa Rica, Honduras, Guatemala y Panamá, también se llevaron sus preguntas incómodas, conocieron de primera mano las inquietudes de una juventud  inconforme con el estado actual de cosas  que demanda inclusión en las políticas públicas. Ellos se resisten a ser parte de la llamada “Generación Ni-Ni” en Latinoamérica, es decir, ni estudia ni trabaja.

Nicaragua, El Salvador, Belice y República Dominicana enviaron representantes al evento. El ejercicio es parte de un trabajo con jóvenes que promueve la Fundación Televicentro de Honduras y Televisa de México en un esfuerzo que denominan “Vanguardia Centroamérica” y que ahora pretende extenderse a la región Caribe.

En su comparecencia, los jóvenes demandaron menos armas y más educación, seguridad en sus vidas y en el ámbito jurídico, desideologizar a la sociedad y ponerse a trabajar por sus países. Ellos, como muchos otros jóvenes en el istmo centroamericano, están pidiendo cambios.

La cumbre centroamericana fue menos aburrida que de costumbre porque los jóvenes pusieron un toque distinto, al igual que los foros temáticos en donde jóvenes, académicos, organismos sociales y otros actores demandaron también más espacios y menos retórica a sus gobiernos.

Pero en el caso de las instancias civiles es claro que no basta ir a esos espacios a arengar, la región ocupa mucho más que discursos de confrontación; la región ocupa propuestas de calidad que acompañen las protestas.

Las (in)seguridades en América Central son tantas que de acuerdo a algunos panelistas de los foros temáticos, los Estados hoy día tienen un fuerte competidor que les está disputando el poder: el crimen organizado y el narcotráfico que en regiones remotas y excluidas, les está disputando territorios al suplir las necesidades de comida, salud y vivienda en sectores eternamente excluidos. Los jóvenes, son algunos de esos sectores.

Es el tiempo de las correcciones, aunque incomoden, es el tiempo de cambios bruscos para evitar que la región se vaya de las manos. Es el tiempo que escuchar y atender a los jóvenes. Confiemos en que las próximas cumbres entiendan y recojan el mensaje. Honduras abrió el espacio.

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