viernes, 13 de julio de 2012

El agotamiento de las elites


Los últimos hechos políticos y sociales en el país cada vez nos llevan a pensar que hemos entrado a una acelerada fase de agotamiento de las elites política, gremial y del movimiento popular. Los liderazgos están en crisis.

Del lado político, al acercarse las elecciones internas y primarias de noviembre próximo, todo indica que la querida “H” (de la selección nacional de fútbol) está a punto de resquebrajarse justo cuando empieza el sueño por un nuevo mundial.
Casi todos sus integrantes han sido copados en las corrientes internas de los partidos políticos que disputarán las internas, sin excepción. Y qué decir del folclor, la clase política amenaza con dejarnos sin humor y sin espacios para la risa. Y es probable que hasta sin periodistas.

Las nuevas caras que presentan orgullosos nuestros aspirantes políticos tienen muchas características, pero sin discurso político ni propuesta que eleve su nivel. Que el derecho de participar les asiste, ¡por supuesto!, pero no basta con ello, creo que los hondureños merecemos no solo gente apreciada y con carisma; necesitamos gente con capacidad política, gerencial y de liderazgo que nos indique y dé confianza de representatividad en el Congreso y el resto de cargos.

La política y el país son cosa seria que debe distanciarse del bazar de los mercados en donde se regatea por la compra de la mejor bufanda. Los nuevos aspirantes a diputados, regidores y demás puestos,  deben someterse también a un intenso proceso de autoformación y formación no solo política, también de realidad nacional. Ello a iniciativa propia o en los espacios de liderazgo que les dan sus partidos políticos o corrientes internas.

Deben ser conscientes, en el caso de los futbolistas, que no basta con decir “un saludo a la afición”, mientras que los periodistas están obligados a saber que en ese ruedo al que entran, no basta con saber preguntar o “arrinconar” a su entrevistado. Y nuestros humoristas y comentaristas entender que el discurso político no es una “agudeza” o una imitación que arranque aplausos de la masa imperfecta.

Quizá mi opinión no guste, pero es mi obligación no caer en adulaciones y pintarles, desde mi humilde criterio, los retos que tienen por delante, además de recordarles que “siempre hay ojos que ven”. La elite política  se está agotando y pueda que forme, junto al resto de elites que citaré, la Honduras de la antología de lo absurdo.

Si la clase política está en agonía, también la dirigencia gremial y sindical. Ahí los relevos generacionales, no tienen nada que envidiar a los políticos. Ellos también quieren serlo---en el peor sentido de la política—y hasta imitarlos en todo.

Están agotados porque no quieren ver el futuro ni su compromiso por formar una base sindical y gremial consciente de que no se autodestruya, sino que sepa cómo moverse y sobrevivir en la globalización. Cualquier asomo de cambio o de reforma lo ven como “privatización”, reniegan de la “oligarquía” pero se han vuelto sin percatarlo una “casta gremial”  neo burgués que cierra filas, cuando de intereses e impunidad se trata. Ha llegado el momento de construir nuevos líderes gremiales también.

Y qué decir del resto del movimiento social. Con las excepciones del caso, todos han dejado de lado las luchas reivindicadoras del país por ser también igual a los políticos. Las máscaras caen sin mayor esfuerzo, sus arengas ya no contagian, dan sueño; volvieron aburrido el marxismo-leninismo, al grado que un joven de Ciencias Sociales, simpatizante de los cambios revolucionarios, un día me dijo que esas teorías le parecían “desfasadas” porque mucha gente “se quedó colgada”.

Con asombro, pero con respeto le escuché, y cuando me dijo qué de las Ciencias Sociales era lo que le interesaba, respondí: pues aunque suene aburrido debe leerlos para entender mejor los procesos y aplicarlo con el mayor rigor posible a sus debates y análisis.

Es como el Periodismo, soy del criterio que todo mundo puede aspirar a ser periodista y hacer periodismo, agarrar una grabadora, sentarse frente a un micrófono o una pantalla, pero no todo mundo puede llamarse Periodista, pues existen principios universales que rigen esta profesión que trascienden al tiempo y a las tecnologías. Un periodista que quiere preciarse de ello, no evade pasos, ni procesos, al contrario, se forma y se exige mayor rigor en su trabajo. Eso lo diferencia del resto.

Pero volviendo al agotamiento de nuestras elites, confiemos en que esta transición post golpe permita que el país entre a un proceso de verdadera transformación social, económica y política, no redactando leyes, sino cambiando nuestra mentalidad para encontrar—que los hay—los líderes que nos merecemos.Comencemos a buscar esos necesarios relevos que construyan, propongan, sin fomentar odios ni divisiones absurdas en pleno siglo XXI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario