lunes, 12 de marzo de 2012

Cruzada y extorsión


Las historias de las extorsiones en el país parecen de fábula. Me impresionó sobremanera una que  leí en un diario capitalino sobre un taxista que desde hace un par de semanas abandonó su casa y deambula con su familia durmiendo en el auto, donde les agarre la noche, sin rumbo, teme por su vida y no tiene certeza si vivirán al día siguiente.

Su vida le cambió cuando jóvenes desconocidos de una de las pandillas en la capital se le acercaron para pedirle 10 mil lempiras como extorsión, sino lo matarían. No hay opciones y su tarifa y trabajo no le dan para mantener a esta pandilla ligada sin duda a una red criminal.

La denuncia la puso en la policía y la prensa, pero en su testimonio deja entrever no solo que tiene miedo, sino que ignora qué rumbo agarrar, en quién creer y cómo salvar su vida y la de su familia. ¡Qué impotencia!

Me cuesta creer que alguien deje su casa, su patrimonio, y ande rodando de calle en calle buscando donde dormir con los suyos, porque la tranquilidad se la arrebataron de un soplo. Su historia es la de muchos hondureños y hondureñas que viven en silencio la cárcel impuesta por las pandillas y los extorsionadores, cuyo hilo conductor puede dar con personajes de corbata y finos carros de ascendencia desconocida, algunos ligados, quizá, a alguien revestido de autoridad. Son los cuentos urbanos.

Como el taxista, solo que con mayores recursos que el primero, huyó del país con los suyos el pastor evangélico Misael Argeñal, uno de los personajes emblemáticos del mundo cristiano en San Pedro Sula, una de las ciudades más inseguras del país, donde los expertos afirman que operan los “ejecutivos del crimen”.

Meses atrás, otro líder evangélico conocido como el Obispo de la Iglesia Anglicana, Lloyd Allen, denunció el asesinato de su hermana en Tela. Nadie sabe nada, la autoridad se encuentra muda y Allen sigue clamando justicia. En algún momento ha de creer que no basta con rezar.

Y así, se van tejiendo las historias sin que aquí existan señales claras de cambio. El presidente Porfirio Lobo, sostiene que si al final de su gestión no ha disminuido la inseguridad y controlado la criminalidad, se quitará el nombre. Buen gesto, muy olanchano, pero sin duda hace falta más que discursos.

Su más reciente propuesta, fue anunciar que emprenderá una cruzada nacional por la vida buscando respaldo popular para luchar contra la inseguridad. La lógica debería ser al revés. Las cruzadas las hacen los ciudadanos buscando respuestas de sus gobiernos y el Estado, pero que un gobernante salga a pedir apoyo para iniciar una acción que está dentro de su competencia, puede interpretarse como que él, también, al igual que el resto de los hondureños, está “encarcelado”. Eso, por supuesto, no lo creo. Lobo Sosa cumplirá su palabra y no perderá su nombre. Es mi apuesta. Quiero creer que está siendo mal asesorado y que sus estrategas no tienen idea de lo que le sugieren que diga en público.

El presidente Porfirio Lobo Sosa ha tenido a su alcance tres oportunidades irrepetibles para adecentar la seguridad: el crimen  de los universitarios, entre ellos el hijo de la rectora de la UNAH, el asesinato de Alfredo Landaverde y el incendio en el penal de Comayagua. Pero aquí no pasa nada, sólo el tiempo que corre tan lento que juega a cansar a los cansados.

Ahora tiene dos oportunidades más, antes de que entre de lleno y con la fiereza que se vislumbra la campaña preelectoral para las elecciones primarias. Esas oportunidades son la conformación de la Comisión de Reforma para la Seguridad Pública y nombrar a un Director de la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial (DIECP) a la altura del cargo y sus desafíos. La renuncia del anterior director fue una pena para él, para el gobierno del humanismo cristiano y para Honduras. Fue, aunque nos duela, un fracaso del CONASIN, que deberá ser más meticuloso en la escogencia de los nominados que mandará al gobernante para no quedar en un fiasco más.

Dicen que las oportunidades, difícilmente se presentan dos veces en la vida. Pero el presidente Lobo Sosa tiene suerte, van cinco al hilo y confiemos en que alguna pegará. Por ahora, las historias urbanas de cruzadas y extorsiones seguirán saliendo a flote y aunque parezca otra fábula, otra parece que se nos viene encima: el retorno de Batman a Ciudad Gótica…ese será otro cuento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario