martes, 21 de febrero de 2012

Los dilemas éticos del Periodismo


Judith Matloff es una destacada periodista estadounidense que labora en la Universidad de Columbia y tiene una amplia trayectoria como corresponsal de guerra. Recientemente impartió una charla a un grupo de periodistas mexicanos y centroamericanos sobre el manejo ético en la información y las imágenes.
Mostró diversas portadas de periódicos y videos en donde nos dijo se violaron códigos de ética profesional e incluso convenciones internacionales de derechos humanos. ¿Ustedes se preguntan el por qué el 11 de septiembre no se vieron en la prensa estadounidense portadas ni imágenes de los cuerpos destrozados de las víctimas?
Así inició Matloff su debate, mientras pasaba una foto emblemática que recorrió el mundo: la figura de una persona que se lanzaba al vacío desde lo alto de un edificio en un afán por salvarse, pero no lo logró. Nadie vio cómo quedó el cuerpo. No era necesario, la dimensión de la tragedia ya había sido captada.
Matloff dijo que al inicio varios medios estadounidenses fueron sorprendidos por el sensacionalismo al pasar imágenes grotescas, pero una fuerte protesta ciudadana de condena, les hizo reflexionar a todos y decidieron retirar todo ese material denigrante al derecho a la imagen y a la intimidad que tienen las personas.
Son los dilemas éticos que viven el periodismo y los periodistas al momento de trasladar una noticia. Si bien la gran prensa estadounidense y mundial no difundió imágenes grotescas en el caso de las torres gemelas, la historia fue otra con el asesinato del líder libio Muamar Gadafi.
Las portadas e imágenes del mundo se ensañaron con las escenas grotescas de captura y posterior ejecución. Había que dejar “evidencia” de su muerte, sin importar que se violara la Convención de los Derechos Humanos y las otras relacionadas con los prisioneros de guerra. Gadafi sentenció la prensa, era un “gran criminal” y el mundo tenía derechos a ver como “acaban los malos”. Hicieron uso del discurso propagandístico de guerra. Son los dilemas éticos de la prensa.
En su principio número 6, el Código Internacional de Ética de la UNESCO indica que los periodistas debemos el “Respeto de la vida privada y de la dignidad del hombre”, que incluye el respeto del derecho de las personas a la vida privada y a la dignidad humana—en conformidad con las disposiciones del derecho internacional y nacional que conciernen a la protección de los derechos y a la reputación del otro--, así como las leyes sobre la difamación, la calumnia, la injuria y la insinuación maliciosa, son parte integrante de las normas profesionales del periodista.
Los códigos de ética, los manuales de estilo, los principios básicos del Periodismo son la brújula que guían a la prensa y sus periodistas. La búsqueda diaria de la noticia pone a prueba estos elementos. La prensa hondureña no está exenta. Las reglas del Periodismo son universales.
Sacudidos por los últimos acontecimientos trágicos en el penal de Comayagua y luego en los mercados de Comayagüela, la ciudad gemela de Tegucigalpa, en el periodismo hondureño se han destacado informaciones valiosas, relatos humanos conmovedores, pero también un exceso de amarillismo y sensacionalismo, historias inverosímiles como aquella de “perros comiendo carne humana” de los privados de libertad “a quienes se les vio salir más gordos”,  citó un medio de comunicación, en su mejor narración novelesca, cargada de irresponsabilidad.
Otros, en sus imágenes televisivas no mostraron más sangre porque no les ajustó el disco o la videocasetera. Y unos más, rompieron su propio manual de tratamiento de la información de violencia, enfrascados en una competencia insana de quién saca más sangre y vende más ejemplares. Pero también ha habido medios responsables que informan sin caer en los excesos, aunque ello no signifique que estén vacunados.
Vive así la prensa hondureña sus propios dilemas éticos. Los criterios de solución pasan por sus medios mismos. El periodista, como afirman los expertos en manejo ético de la información, no sólo es responsable ante la historia, es además, y sobre todo, responsable de la historia.
Javier Darío Restrepo, considerado el maestro de la ética periodística en América Latina, afirma que los periodistas no deben creerse tanto “el cuarto poder” que le otorgan quienes intentan lisonjearlos. El poder de la prensa, sostiene, radica en el derecho a la Palabra.
Ese derecho pasa por lo que denomina el poder de entrar a las conciencias de las personas, el poder de guiar y ser un educador informal, el poder de proponer; el poder de leer el futuro, el poder de inducir el futuro y el poder de contribuir a transformar la realidad.
Y citando a la Asociación Latinoamericana de Prensa, bien una responsabilidad vital de la prensa y los medios de comunicación: “ser responsable es tener conciencia del poder que uno maneja”. Al intentar responder en qué consiste ese poder, hay que abrirse paso, como en los jardines abandonados, por entre malezas que ocultan el tronco verdadero, cita Restrepo.
Prosigue: es maleza la idea de que el poder del periodista es para obtener privilegios, o para no hacer las filas que todo ciudadano debe hacer, o para entrar a cines y espectáculos con pase especial, o para llegar a las salas VIP de los aeropuertos. Nada de eso es poder sino una “repugnante ostentación de casta dominante, y el periodista no puede ser casta privilegiada”, sentencia.
Cada frase del maestro Restrepo son dilemas éticos que los periodistas debemos responder y enfrentar. Y frente a la crisis que vivimos y los riesgos que se vienen, es propicio abordar el tema de los conflictos  éticos en el periodismo.

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