miércoles, 20 de noviembre de 2013

Es tiempo de votar

A escasos días de las elecciones del 24 de noviembre, todo indica que los hondureños tienen cierto entusiasmo por ejercer el sufragio en los primeros comicios post crisis política de junio de 2009, donde por primera vez participan en un espectro de nueve partidos políticos y ocho candidatos presidenciales, todos los que fueron protagonistas directos e indirectos de ese proceso que marcó a Honduras.La derecha y la izquierda se dividieron, surgieron partidos que se denominan del “centro” y otros se ubicaron en los extremos, mientras el bipartidismo político que encarnan liberales y nacionalistas, al  cierre de las concentraciones, mostraron a propios y extraños la estructura de su maquinaria partidaria. Siguen vivos.
Esperemos que sean unas elecciones bien votadas, que la gente vaya y venza el miedo para disminuir así cualquier indicio de un presunto fraude o de que poblados sin tanto habitante aparezcan como grandes decisores con cargas electorales, como se produjo en algunos sitios durante las elecciones internas y primarias de 2012. Hay que vencer el miedo incluso al narco que se quiere imponer en algunas zonas.

La campaña ha estado huérfana de discurso político, la oratoria no parece ser una virtud de ciertos presidenciables. En términos de dinero, ha sido una campaña desigual, casi descomunal por parte del partido que ostenta actualmente el poder, y ello sin duda obliga a plantear reformas a futuro para que la equidad se cumpla.

La ostentación del dinero y del poder es tal en el partido de gobierno que algunos aspirantes a diputados, casi compiten en gasto y logística con el presidenciable. Las rifas parece que tuvieron el efecto político de recaudar ríos de dinero en propaganda en un país tan pobre e inseguro como Honduras.
Fue una campaña de la cual se pueden hacer muchos estudios, entre ellos la censura impuesta por el gobernante a sus funcionarios para no hablar, pensar ni opinar sobre el proceso para no “afectarlo”. ¿Y la libertad de expresión?
En medio del barullo político los tribunales siguieron dando medidas cautelares a presuntos ex funcionarios corruptos, la administración del actual presidente de la República atosiga con una campaña de perdón para no afectar al candidato nacionalista, y la seguridad—curiosamente—disminuye a discreción y cuando surge parece hacerlo con “pasión”: muertes por pares.

Aún así, los hondureños no pierden la esperanza y ven en los comicios salidas  atenuantes a la crisis. Ellos tienen el poder del voto, el poder de decidir y el poder de vencer el miedo. Tienen realmente poder y deben ser sabios al utilizarlo.

Un mérito para este pueblo en este proceso es que al permitir que participen todos los actores que configuraron la crisis de 2009, están dando una señal de madurez cívica que ya quisieran tener otros países de la América Latina que se venden como “demócratas”.

Esa madurez debe mostrarse al momento del voto, deben evitar la provocación y la confrontación, para pelear se necesitan dos y para dialogar también se necesitan dos. Me gusta más la segunda opción y no dudo que al pueblo también.
Muchas cosas se van a reconfigurar en la vida política de Honduras y muchas lecciones personales dejará esta elección a quienes participan por primera vez y por primera vez en mucho tiempo, vieron de cerca la miseria de nuestra gente. Las historias son miles y la anécdotas de solidaridad otras tantas.

En el tintero está la historia del aspirante a diputado del PINU que llevó su campaña de mil buses y con sus pocos recursos festejó un cumpleaños a una vendedora de agua que se emocionó cuando vio en su pastel su edad colocada en velas de números. Me gustó esa historia cuando este joven aspirante la contó en una emisora radial.


En el tiempo de reflexión a que entramos, habrá que ver los escenarios que se vienen, las reformas necesarias y el anhelo de los hondureños por apostar a la solidaridad, la paz, la justicia, la subsidiariedad y el derecho que nos asiste a desenrejar nuestras casas, nuestro barrio y nuestro país. Es tiempo de votar.

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