viernes, 1 de marzo de 2013

El magisterio y su tiempo


 La captura y enjuiciamiento por delitos de lavado de activos, corrupción y delincuencia organizada que será sometida en México la otrora poderosa dirigente magisterial, Elba Esther Gordillo, me provoca muchas dudas acerca de la lectura de los tiempos y la situación de los maestros en Honduras, donde seguramente, a escala menor, pero no menos dañina, se encuentran muchos caciques como la Gordillo.

Elba Esther, que en algún momento dijo que llegó a la máxima cúpula del Sindicato de Maestros de México por el “excusado” y que saldría “por la puerta grande”, no entendió que su tiempo se agotaba y que los aliados---maestros, senadores, gobernadores y el propio partido político que fundó—la dejarían sola y a su suerte.

Construyó su imperio con el salario de los maestros, que al igual que en Honduras no existe un censo real de cuántos son los docentes. Su caída es parte de una coyuntura política que no quiso entender, creyó que sería capaz de manejar al presidente Enrique Peña Nieto y su partido, ávidos de actos de fuerza y legitimidad para comenzar con paso firme su sexenio.

Leyendo las historias de la Gordillo, uno se asusta, se impresiona y se indigna. Y también compara. Previo a la caída de una de las mujeres consideradas “más poderosa” de México, aquí en Tegucigalpa, diario El Heraldo publicaba una extensa entrevista en tres entregas hecha al ministro de Educación, Marlon Escoto, que destapaba parte de la gran corrupción magisterial en Honduras.

El mismo nexo mexicano se repite en Honduras: políticos, gremios, mafias, derroche, captura del Estado. Escoto dijo que con la complacencia del Estado, la dirigencia hace un pacto para crear mecanismos que les permitan obtener fondos de sus agremiados, no necesariamente de la cuota gremial mensual.

“Crean otro tipo de productos financieros y el Estado es cómplice de hacer la deducción en el origen en el pago, eliminan el riesgo, inventan préstamos, crean hipotecas, crean seguros y crean cooperativas al interior de los gremios”, indicó.

Señaló que entre maestros y la mayoría de diputados en el congreso había una especie de “mafia legal” operando en el sistema educativo hondureño, habló incluso de una reforma hecha a la ley orgánica de uno de los colegios magisteriales para la reelección indefinida de sus miembros.

¡Qué no dijo Escoto en su entrevista con el diario! Casi una calca a la situación magisterial mexicana, pero con actores diferentes. La pregunta es ¿caerá, como en México, un grande de este tipo dentro del magisterio? Ellos son por ahora, un poder fáctico, del que tanto hablan y cuestionan. ¡Vaya ironía!

En un programa de televisión, escuchaba a la dirigencia magisterial hablar de persecución política, que el ministro Escoto no los quiere, que son víctimas de un complot y no sé cuantas vainas más. La verdad, me dio pena porque sencillamente no están leyendo ni entendiendo su tiempo, la estrategia se les acabó y no entienden que deben cambiarla.

En la población, la percepción no les es favorable, los aliados tampoco son tan sólidos como hace años atrás. Se entra al año político electoral y la dirigencia magisterial juega al cálculo del voto por prebendas. Habrá que ver si ello aún les surte efecto.

Ahora ya no convocan tanta gente en las calles como en la época del ex presidente Ricardo Maduro, por ejemplo. La dirigencia no evoluciona, incendia con sus discursos pero no ofrece propuestas, se corre a las primeras de cambio, asevera el ministro Escoto.

Como Elba Esther Gordillo en México, la dirigencia magisterial carece de legitimidad en las bases, los docentes hondureños sienten que están perdiendo en su lucha de mantener prebendas, porque el país no solo está al borde de la bancarrota, sino que las cúpulas que los dirigen también se han distanciado de las bases y muchos hasta se dan el lujo de pagar reinados de contado. ¡Ah Elba Esther Gordillo!

Si los maestros no quieren ser el chivo expiatorio del momento o futuros gobiernos, deben aprender a leer el tiempo que se vive, no vaya a ser que como Gordillo terminen siendo guerreros sin saber que su tiempo había acabado.
 

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