martes, 23 de octubre de 2012

Una “plaza” territorial llamada Olancho


En el último mes el departamento de Olancho ha acaparado la atención de la opinión pública. Primero por un suceso que no fue y ahora por los crímenes de jóvenes por presuntos ajustes de cuentas. El corresponsal de TN5 estelar, Óscar Valdés, dijo que en una semana 20 habían sido los asesinatos en esa zona, donde la vida de las personas, aunque suene irrisorio, entró a competir también con la vida del bosque.
Con 24,350.9 kilómetros cuadrados, Olancho  es el departamento más grande de Honduras, con muchas entradas y salidas que lo vuelven apetecible para quienes han entrado a la lucha del control territorial de plazas al servicio de los grupos paralelos de poder ligados al narcotráfico y el crimen organizado.
No es casual que de un tiempo acá, en la Internet uno encuentre anuncios donde ponen en venta negocios y casas en Juticalpa o en Catacamas ó se anuncie la construcción de lujosas zonas residenciales a precios más o menos accesibles al movimiento económico de esa zona.
Mientras buscaba alguna información de Olancho para esta columna y me topé con gente anunciando la venta de sus casas, vino a mi mente una imagen que me ha marcado mucho: un anuncio de  “alquiler gratis”  de una vivienda en la colonia Planeta de San Pedro Sula, un sitio controlado por las maras o pandillas,  de acuerdo a las autoridades.
¿Qué ha pasado en Olancho? ¿Está, esa zona despoblada del país a punto de ofrecer alquileres gratis? ¿Podrá la autoridad recuperar ese territorio?
He consultado expertos en violencia y criminalidad para tratar de entender qué pasa en ese bello departamento, cuyo nombre en lengua indígena significa “en la tierra de hule”, pero que hoy día se desangra como muchas partes del resto del país.
Los especialistas señalan que nos encontramos frente al fenómeno de disputas de “plazas territoriales” por parte de los carteles del crimen, se dice que el cartel del atlántico que opera con fuerza en la región del Bajo Aguán quiere controlar el departamento y se están dando luchas con carteles locales o nuevos que intentan desplazar a los viejos.
Esas disputas territoriales obedecen al trasiego y venta de droga, de armas y otras ramificaciones que conforman el espectro del crimen organizado. Los oriundos de por ahí, afirman que zonas como Juticalpa, Catacamas, San Francisco de la Paz y San Esteban, son de las plazas más disputadas.
Relatan las conexiones de esas zonas con el atlántico y Caribe hondureño, con el oriente y con la zona central del país. Muchos corredores, poca vigilancia y mucha impunidad vuelven atractivo el departamento de Olancho, que a fines de la década de los noventa sorprendió a Honduras al lanzar una propuesta de paz y contra la violencia.
Fue la Iglesia Católica y el Programa de Cultura de Paz de la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas, que junto a fuerzas humanitarias locales y del resto del país, impulsaron el rescate de esa zona en un afán por vencer el estigma de una región violenta por vendettas entre familias.
Olancho en la historia de Honduras tiene mucho que contar y aportar. La masacre de Santa Clara y Los Horcones fue un ejemplo brutal de ruralidad feudal en contra de derechos agrarios, el partido Demócrata Cristiano tiene ahí fuertes raíces y también víctimas.
Es un departamento muy particular. El hablar de su gente no es igual al resto de los hondureños, hay un silbidito en la “s” genial, pero son muy cálidos, sinceros y hospitalarios. Tierra de destacados intelectuales, Olancho vive un estigma de violencia no por vendettas familiares, ahora parece que es por narcotráfico.
A fines de la década del noventa, cuando se lanzó ahí un proyecto de enterrar armas de guerra en señal de renuncia a cualquier forma de violencia, los caciques políticos del pueblo no estaban a gusto. Recuerdo que intentaron boicotear el acto, pero militares, policías, activistas humanitarios, jueces, maestros, alumnos y universitarios se impusieron y no tuvieron más que sumarse a la marcha cuando vieron la multitud de personas acuerpando la causa. Monseñor Mauro Muldoon fue clave en ese proceso, al igual que el padre Alberto Gaucci.
Viví muy de cerca esa experiencia, por eso me duele cuando me entero que la violencia del narco se quiere imponer en Olancho. Dos presidentes han salido de ese departamento, pero parece que ninguno entiende lo que ahí pasa o no lo quiere entender para no resolver. Por su cultura, soy consciente que no es fácil, en especial ahora para el presidente Lobo, obligado a tomar el control de su zona natal para demostrarnos que también puede recuperar otros territorios perdidos del país.
Honduras, según los expertos, ha entrado en la estrategia narco de disputas y control de franjas territoriales, y en zonas como Olancho y otras regiones del occidente y centro del país, el derecho a la palabra, se encuentra bajo fuego. Veremos por donde inician los cambios.

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