lunes, 29 de noviembre de 2010

Corrupción invasiva

Las historias de los pueblos siempre son un buen referente del retrato de país. Recientemente en la ciudad de Santa Bárbara, en la cabecera departamental del mismo nombre, se produjo la elección de la reina infantil, donde un conocido dirigente magisterial pagó la nada despreciable cantidad de 450 mil lempiras en la compra de votos para que ganara su pequeña hija.

Uno a uno fueron cayendo los billetes nuevos de 500 lempiras, ante el asombro de los representantes municipales y organizadores de la feria. Ni la hija de la familia con mayores recursos económicos en el pueblo, llegó a sacar 100 mil lempiras, cuentan los pueblerinos y compañeros docentes del dirigente gremial, que incluso ocupa un puesto importante en un movimiento popular y gremial de oposición política que ofrece una “refundación”. ¡Qué ironía! 

El dato y el acto puede parecer una “minucia” en medio de los grandes problemas de Honduras por abordar y enfrentar, pero no lo es. Si en un pueblo, cuya carga tributaria no ha de representar un fuerte impacto en los aportes tributarios que percibe el país, se producen ese tipo de “excentricidades”, ¿Qué no puede darse en las grandes ciudades? ¿Quién, con tanto recurso, puede darse el lujo de pagar semejante cantidad de dinero para complacer un capricho? ¿Quién será ese honorable y sobornable personaje que despunta con tanto ímpetu en la competencia por los nuevos ricos y famosos en Honduras? 

En el lenguaje de la hipocresía pública hondureña, ese tipo de personajes se les conoce como un “buen emprendedor”. Es así que llenos de este tipo de emprendedores, los hondureños nos dimos cuenta como en un abrir y cerrar de ojos el Banco de los Trabajadores cambió de socios y fue “capitalizado” por las cooperativas asociadas a la FACACH. 

La Fiscalía, como es su costumbre, anunció que “investigará” quienes fueron los “emprendedores” que no pagaron sus deudas al banco para deducirles responsabilidades, pero los nombres empiezan a trascender. Deudas por 18 millones de lempiras y otras menores por el tampoco menos despreciable monto de 130 mil dólares, forman parte del abanico de morosos que estuvieron a punto de desequilibrar ese banco y seguramente no pagarán, porque algún fenómeno natural o un decreto legislativo será una justificante válida para exculpar a esos “buenos emprendedores”. 

Y si la minucia se desenreda, las historias en los cafetines erizan la piel a cualquiera. Funcionarios públicos que vía comisiones ilícitas, producto de negociaciones bajo la mesa, hacen y deshacen con las arcas públicas, en un país cuyos huesos siguen teniendo carne porque no hay crisis económica que impida arrancar aún los buenos tajos.

También, el uso indiscriminado de publicidad oficial como premio y castigo a la prensa es una arista repetida en la última década y que no ha variado en la administración actual. Hay programas de colegas periodistas que ocupan de esa pauta para pagar la renta de sus espacios noticiosos y si bien pasan los anuncios estatales, son desbordados por los llamados “tiburones” del periodismo que en nombre del chantaje y el soborno se agencian de cantidades impresionantes de recursos que difícilmente pasarían una auditoria de los entes de control. 

Lo del maestro “emprendedor” es un claro síntoma de la impunidad y reparto del país y sus prebendas a todo nivel. Enorme disyuntiva la que tenemos entonces, en un país cuyos índices de percepción de corrupción sólo nos reafirma que ésta cada día se posiciona como un cáncer invasivo a vista y paciencia de quienes, desde el poder público y desde la sociedad civil, poco o nada hacen por brindar señales claras de un “hasta aquí” de tanto latrocinio y desfachatez. 

El caso de la Secretaría de Industria y Comercio, donde su suspendido ministro aceptó dádivas del COHEP para remodelar sus instalaciones, no solo representa un conflicto de intereses y un dilema ético, al contrario, es el reflejo de una colusión casi histórica que ante la impunidad del país creyó pasar sin pena ni gloria. ¿Habrán otras Secretarías de Estado con ese tipo de relaciones? 

Estados Unidos en este momento está en pánico escénico y de seguridad nacional por la difusión de los documentos en Wikilealks que desnudan como opera la diplomacia estadounidense, dando así rienda suelta a la imaginación y la especulación, de la prensa, de sus críticos, de sus opositores y hasta de los sin oficio, pero sin duda están ante el mayor evento político de su historia, tras el caso Watergate. 

En Honduras, no estaría mal la presencia de Wikilealks. Se imaginan, ¡Le da un infarto a medio país! Seguramente mucho mitos caerían, otros serían descartados y más de alguno ratificado. Dicen que soñar no cuesta nada. 

De momento, más que voluntarios contra la corrupción y discursos evangelizadores, el país necesita de acciones contundentes donde los peces gordos de la corrupción, indistintamente de su ideología y capa social, vayan a parar a las cárceles de máxima seguridad de las que se nos habla, mas allá del imaginario colectivo.

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