miércoles, 24 de abril de 2013

Sin cerrar fracturas


El nuevo golpe institucional que el Congreso Nacional dio a la Fiscalía General del Estado, es un retrato más de la cadena de errores en que han venido cayendo nuestras autoridades en el imponderable tema de la inseguridad y el fraccionamiento del Estado de derecho que aleja las posibilidades de que Honduras se encuentre a sí misma para cerrar sus fracturas, agudizadas tras la crisis de 2009.
Ese nuevo “cuerpo extraño”  que constituye la Junta Interventora, aprobada por el Congreso para contar las costillas al Ministerio Público, por sus magros resultados, no estaba contemplado en las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), dijo recientemente su ex coordinador, Eduardo Stein, asustado por el adefesio jurídico que hoy exhibe Honduras al mundo.
Stein, quien llamó a la interventora una “figura extraña” dentro de la legislación del hemisferio americano, es del criterio que la misma podría traer consecuencias jurídicas al país. Pero ello no importa a los legisladores, cuatro meses atrás se echaron una Sala Constitucional que les estorbaba, la acusaron de colusión con el crimen organizado, pero nunca presentaron pruebas.
Dijeron que la violencia se había disparado por los fallos de esa Sala Constitucional pero terminaron acatando las observaciones de la misma en cuanto al proceso de depuración policial y reformas a su ley orgánica. Cuando el descabezamiento de la Sala, Stein advirtió que Honduras parecía entrar a un descarrilamiento.
Vamos pues, de error en error. En 2009 cuando deponen del poder al ex presidente Manuel Zelaya la institucionalidad hondureña agudizó sus fracturas, porque Zelaya había empezado a violentarla. Ahora cuando un informe de la CVR delinea algunos caminos para evitar que ese error se repita, nuestra elite política y quien gobierna, lejos de propiciar los espacios de diálogo y reconciliación interna, alejan las posibilidades con sus actitudes.
Su interés se acentúa en fraccionar, no en resolver. La seguridad que ha sido una de sus banderas de lucha, si se hace una revisión retrospectiva sobre las decisiones tomadas,  se evidencia la crónica de un fracaso que ha tenido más respuestas mediáticas que acciones acertadas.
Si un estratega revisa las acciones gubernamentales y legislativas en el tema de la inseguridad se iría de espaldas ante tanta cadena de errores y el discurso justificativo para cada uno de ellos.
Y si analiza el discurso de los legisladores y del gobernante hondureño, le da un infarto múltiple. Ciertos honorables padres de la patria no se anduvieron con tapujos al justificar la interventora en la Fiscalía, aduciendo que si la Constitución se violaba por “una causa justa” había que hacerlo. En los años ochenta esa frase también la dijo otro legislador. Ahora, en el nuevo siglo y milenio, hay diputados que piensan que no importan los puntos y las comas en la Constitución, porque lo actuado con la fiscalía está en “legal y debida forma”.
¿Construimos país así? No lo creo, siento que vamos hacia un abismo en velocidades distintas, según la coyuntura. El dolor de las víctimas, justificable y que no debe quedar impune, es la plataforma perfecta para el impulso de nuevas violaciones a la ya frágil institucionalidad hondureña. ¿Quién sigue o qué sigue?, no lo sabemos.
Lo que sí es cierto es que han matado a un fiscal especial contra la lucha de lavado de activos, se desnuda un plan para asesinar figuras públicas, periodistas, diputados, policías, y el país sigue igual: los discursos no pueden faltar, las promesas tampoco, pero las muertes no cesan: 20 diarias en un país con amplias posibilidades para salir adelante, pero no hay quien dirija la orquesta para el diálogo nacional.
A veces Honduras se parece a Venezuela. Y aquí quiero citar al presidente de Uruguay, Pepe Mujica, quien al ser entrevistado sobre el triunfo del chavismo y el éxito de la oposición al acortar distancias, es del criterio que un país partido en mitad como el venezolano, necesita sentarse a dialogar para encontrarse a sí mismo.
"Es importante que el pueblo venezolano en su conjunto aprenda a caminar con diferencias, pero tenga puntos de acuerdo. No se puede pensar en identidades absolutas, calcadas", indicó. "Pero una nación es un mensaje colectivo".
Y dijo algo más: “El progreso humano es hijo del trabajo”, y este “necesita estabilidad y compromiso”. Así lo recoge en un artículo de opinión la periodista uruguaya Diana Cariboni al escribir sobre los desafíos en Venezuela.
El presidente Mujica siempre me impresiona y muy gratamente. Volviendo a Honduras, será que esas expresiones del mandatario uruguayo no nos pueden convocar a la reflexión a los hondureños. ¿Será que en vez de seguir partiendo el país, nos sentamos para impulsar acciones colectivas, respetando las diferencias? ¿Será que a pocos meses de que se vaya este gobierno tendremos señales claras de estabilidad y compromiso? ¿Será que podemos empezar a zanjar las fracturas? ¿Será posible eso, señores de los poderes Ejecutivo y Legislativo? ¿Será posible? Como dice  un sector de la sociedad civil: “¡No aguantamos más!”.

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